La edificación de pabellones deportivos y estadios es cada vez más frecuente en las grandes ciudades, motivo por el que el papel del Ingeniero (a parte del de proyectar las edificaciones) se centra principalmente en la eficiencia tanto energética y funcional, como en la de construcción y mantenimiento. ¿De qué sirve proyectar un estadio si no se cumplen los plazos y las necesidades que se proponían? Un ejemplo de esta mala gestión la tenemos en Valencia, en el Nuevo Mestalla, que después de muchos años paralizado, parece que va a retomar su movimiento en un futuro.

Pocos se dan cuenta de que cumplir los plazos es signo de eficiencia en el trabajo de un ingeniero, que debe ser reconocido en el caso de que se consigan, y también asumidos en caso de que no se cumplan. Con esto no digo que se penalicen los errores, sino que cada ingeniero pueda rectificar en futuros proyectos sus criterios para plantear los plazos, como responsable moral de la eficiencia en su profesión.

Sin embargo, muchas veces no es culpa del que proyecta la obra, sino del estudio previo a veces escaso y deficiente. Y es raro, porque ¿cuánto se ahorrarían las entidades promotoras a la hora de prever los factores externos en la construcción? El problema está en la infravalorada capacidad de rectificación que tiene una buena inversión en el estudio previo de las obras. No solo sería una ventaja económica hacer un estudio más exhaustivo, sino que permitiría cumplir los plazos antes mencionados y, sobretodo, lograr esa eficiencia en la profesión de Ingeniero de Caminos.

Aquí dejo la noticia del futuro estadio Valencia Arena, que será sede del València BC, y que espero no sufra lo mismo que el Nuevo Mestalla.

El Ayuntamiento fijará una cláusula al Valencia Arena para impedir que las obras se paralicen como en el nuevo Mestalla